Representa la leyenda de la aparición de la Virgen a un cazador en el paraje de la Rocina allá por el siglo XIII.

Conjunto escultórico realizado a fines del siglo XX, en homenaje a estas mujeres de Almonte. Esta obra fue ejecutada por el artista local Curro Báñez.

Representa una tradición con más de doscientos años de antigüedad. Se trata de un grupo de mujeres almonteñas que llevan a pie los ornamentos de la Virgen del Rocío (corona, ráfaga, media luna, jarras,...). Éstas la acompañan en su traslado a Almonte cuando procesiona vestida de pastora cada siete años (la Virgen lleva un atuendo de viajera, típico del siglo XVIII). Desde entonces, esta tradición se hizo hereditaria; actualmente, continúan con esta labor descendientes de estas abuelas.

Se sitúa en el camino de los Llanos, camino por el cual viene la Virgen desde Almonte y al que mira el monumento simbolizando la devoción de estas señoras. En el Museo de la Villa, hay una copia de esta obra, realizada en madera.

 

Dirección: Camino de los Llanos, s/n

 

Es el monumento más antiguo erigido en la aldea de El Rocío y se encuentra en el Real y fue para conmemorar uno de los hechos más significativos de la historia de la devoción rociera: la coronación canónica de la Virgen del Rocío, hecho que ocurrió el 8 de junio de 1919 por el entonces Cardenal Arzobispo de Sevilla don Enrique Almaraz y Santos. Se encuentra colocado justo en el mismo sitio donde para aquel solemne acto se levantó un tablado provisional para coronar a la Virgen rodeado de altos mástiles de madera que sostenían un gran toldo, adornado de romero, tomillo y yerbas de los montes. Fue realizado por el escultor sevillano Sr. Ordóñez y fue bendecido por el Sr. Cura de Almonte don José Puyana Rodríguez el día 19 de agosto de 1920, festividad del Rocío Chico.
Tomando como fuente única y esencial sobre este acontecimiento una publicación monográfica de 1923, Crónica de la Coronación de Nuestra Señora del Rocío, de Ignacio de Cepeda, se describe a continuación el propio monumento:

“Sobre una doble gradería se alza sencillo pedestal de piedra caliza que sirve de sostén a una pequeña columna de mármol blanco, sobre la que se asienta una reproducción, también en piedra, de la Sagrada Imagen con corona y ráfagas de hierro forjado. En la cara anterior del basamento se halla esculpida la siguiente inscripción:

En este sitio el 8 de junio de 1919 y a las once de su mañana, el Emmo. Y Rvmo. Sr. Cardenal Doctor D. Enrique Almaraz y Santos, dignísimo Arzobispo de Sevilla, coronó canónicamente a la Virgen del Rocío, ante numerosa concurrencia de devotos.

Luce la cara posterior el escudo de armas del Cardenal Almaraz y ostentan las dos laterales los de la villa de Almonte y la provincia de Huelva. Cierra el monumento una sencilla verja impracticable, de hierro forjado. 

Escultura en bronce que representa a un caballista portando un Simpecado con una jineta a la grupa.

En el pedestal están colocados los azulejos de las Hermandades filiales rocieras (hasta Tomares). Debajo de estos cinco azulejos que representan: la presentación de Hermandades, la Misa de Pontifical, la procesión de la Virgen, el Paseo Marismeño y la entrada de las carretas por el Puente del Ajolí.

En la parte frontal hay una dedicatoria que dice "El pueblo de Almonte a las Hermandades de Nuestra Señora del Rocío, Patrona de Almonte desde 1653".

Está situado en la Plaza de Doñana de la aldea de El Rocío.

Escultura en bronce que representa un tamborilero a tamaño real, obra del escultor José Manuel Díaz Cerpa y del arquitecto José María Martínez Zuazo.

Está situado en el Paseo Marismeño de la aldea de El Rocío.

Escultura en bronce con un pedestal de mampostería que representa al Papa Juan Pablo II. Se conmemora la visita que hizo S.S. el junio de 1993 a la Aldea de El Rocío.

En la base del monumento hay una placa en la que se puede leer:

EL PAPA LLAMADO
EL VIAJERO
SS JUAN PABLO II DIJO:
DESPUES DE VER TODO EL MUNDO
QUE TODO EL MUNDO SEA ROCIERO

Está situado en el Paseo Marismeño de la aldea de El Rocío.

El hijo de esta Villa, D. Rafael Torres Endrina, nace el 18 de octubre de 1897 en la calle El Cerro. Maestro de profesión ejerce en la Villa, Jabugo y Huelva, y colabora con varios periódicos de Huelva como corresponsal y en revistas literarias. Son los años en que conoce a destacados literatos y escritores de la capital, como los hermanos Buendía, Marchena Colombo, etc. A la muerte de la célebre maestra de la Villa de Almonte, Candelaria Coronel en 1923, lideró el grupo de vecinos que promovieron un gran homenaje el 3 de febrero de 1924.

En Madrid, destaca sobre todo en el mundo del periodismo como articulista, corresponsal y cronista político para diarios de la importancia de “El Sol” y “El Imparcial”. Como Cronista Político de las Cortes de la Nación durante la Segunda República obtuvo el título de Oficial de la Orden de la República el 14 de Abril de 1935, durante las fiestas que organizaron para conmemorar el IV Aniversario de su Proclamación. Al año siguiente es nombrado Secretario de la Agrupación Profesional de Periodistas de Madrid.

Fue uno de los primeros miembros de Unión Radio, una de las primeras cadenas fundadas en España. Fiel a los ideales políticos de la República y convencido antifascista siguió al gobierno republicano a Valencia y a Barcelona; de esta ciudad parte exiliado a París, y como otros tantos intelectuales españoles, fija su residencia en México, donde fallece el 5 de marzo de 1945, a los 49 años de edad de un cáncer de garganta.

Nace en la Villa el 5 de febrero de 1855. En junio de 1878 acaba su carrera universitaria en la Universidad de Sevilla con el Grado de Licenciado en Filosofía y Letras. Por oposición obtiene la plaza de Catedrático y ejerce por primera vez en el Instituto en Reus, posteriormente es profesor de los institutos de Ciudad Real y Cabra. A primero de marzo de 1898 toma posesión en el Instituto de Huelva. Durante su estancia en Huelva participa en actividades literarias y culturales junto con el reducido grupo de escritores y periodistas locales existentes liderados por los hermanos Buendía.

Fue miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Destacó como historiador con el trabajo publicado en 1908 “Documentos de las fundaciones religiosas y benéficas de la Villa de Almonte y apuntes para su historia”, obra fundamental para conocer el ambiente religioso y las instituciones que lo propiciaba, y de una calidad y rigor científico intachables, apoyando sus análisis y conclusiones sobre documentación original del Archivo de Hacienda, Archivo de Protocolos Notariales, Archivo Municipal y Archivo Parroquial de la Villa; éste último hoy inexistente por las revueltas sociales y anticlericales de 1936.

Como literato y escritor destacó por su obra “La Avellaneda: autobiografía y cartas de la ilustre poetisa hasta ahora inéditas, con un prólogo y una necrología”, publicada en Huelva en 1907, obra fundamentada en la correspondencia mantenida por Gertrudis Gómez Avellaneda, afamada poetisa cubana del romanticismo, y D. Ignacio de Cepeda y Alcalde, ilustrado y afamado hijo de esta Villa.

Aunque el Ayuntamiento de la Villa honrara su memoria dedicándole una céntrica calle en el año 1881, la actual Corporación erigió un monumento al que fuera  Secretario General (1834-1852) y Rector de la Universidad Literaria de Sevilla (1854-1868).

De origen humilde, nació en la Villa de Almonte el 13 de enero de 1804. En Sevilla y en su Universidad realizó sus estudios medios y logró su licenciatura en Derecho. Alcanzó fama de escritor, literato y jurisconsulto, contándose entre sus amigos destacados poetas (Alberto Lista y Aragón), políticos (Juan Bravo Murillo) y la propia Casa Real Española por su amistad con la Reina Isabel II.

Su modestia y humildad le llevó a rechazar altos cargos en la Administración del Estado, como el de Director de la Biblioteca Nacional, y en el Estado Vaticano, propuesto para Cardenal. Murió en 1876. Poco antes de morir, en 1872, alcanzó el Grado de Licenciado en Filosofía y Letras, con Premio Extraordinario.

Aunque se ha rastreado e investigado sobre este personaje notorio de la Villa, poco sabemos sobre su persona y obra de este artista del metal.

Desde el año 1881 una calle de la Villa lleva su nombre por iniciativa del Ayuntamiento al descubrirse su fama alcanzada como rejero, descubrimiento cuya autoría corresponde a D. Ignacio Justo de Cepeda y Córdoba, quién regaló un cuadro al Ayuntamiento con su supuesto busto en el año 1882. Afincado en el barrio sevillano de San Román, ejerció de relojero municipal en las iglesias de las parroquias de San Marcos y San Lorenzo.

En el año 1692, y por encargo de los vecinos de la calle Sierpes, Sebastián Conde construyó la famosa Cruz de la Cerrajería, hoy instalada en la plaza de Santa Cruz, obra del Barroco muy apreciada por su esmerado trabajo de adornos y calados. Entre otros trabajos suyos, destacar la balconada de una casa señorial en la calle O’Donnell de Sevilla.

D. José Jiménez Berro, nace en Almonte el 7 de febrero de 1876 y fue uno de los 33 Héroes de Baler (Luzón, Filipinas), tal como fueron designados por el Ministerio de la Guerra en 1899. Hijo de una familia campesina humilde, entra en sorteo de quintas en el año 1895 y entra en el cupo del Ejército de Ultramar, de los más temidos por los mozos dado el ambiente bélico independentista de las colonias españolas.

Es destinado a Filipinas y entra a formar parte del Batallón de Cazadores Expedicionario nº 22. Aquel episodio bélico supuso una tenaz resistencia de un nutrido grupo de soldados, un cura y dos frailes españoles al mando del Capitán Las Morenas que resistieron sitiados en la pequeña iglesia de Baler a tropas filipinas durante 336 días, incluso después de haberse firmado la paz con Estados Unidos.

Los sitiados firman el Acta de Capitulación con los filipinos el 2 de junio de 1899. La valentía de este grupo de soldados españoles fue incluso reconocida por el General filipino Emilio Aguinaldo, en aquellos días Presidente de la recién creada República de Filipinas, quien firma un Decreto declarándolos amigos de República en vez de prisioneros, agasajándolos y permitiendo su regreso a España. Dos Reales Ordenes publicada el  28 de septiembre de 1899 otorgaron a cada soldado la Cruz de Plata del Mérito Militar con distintivo rojo y una pensión vitalicia.